Wednesday, August 12, 2015

Tres poemas de ROBERT DUNCAN (Oakland, CA 1919- San Francisco 1988). Traduccion: Manuel Apodaca

Robert Duncan in New York, 1968













       POESÍA, COSA NATURAL

Ni vicios ni virtudes
favorecen al poema.
            “Ellos llegaron y murieron
como lo hacen cada año
sobre las rocas”.

El poema
se nutre de pensamientos, impulsos, sentimientos
respira por sí mismo
una urgencia espiritual que salta hacia la oscura escala.

Esta belleza es una persistencia interna
hacia la fuente
que lucha contra (adentro) la prisa-riente del río
un llamado que al oír contestamos
en el retraso del mundo,
aullido primordial
que del mundo joven quizás haya salido,

No hay salmón en el pozo donde
cae la avellana
sino en las cascadas, luchando, desarticulado,
venciendo a ciegas.

Esta es una imagen clara para la mente.

Un segundo: un alce en una pintura de Stubbs[1],
donde los cuernos más extravagantes del año pasado
yacen sobre la tierra.
También al desolado, cara de alce poema
le han brotado nuevos cuernos
aterciopelados,

“un poco forzado, un poco artificial”

su única belleza será
que es todo alce.



Caballeros. Catedral Gótica, Barcelona, s. XIII















REFUGIO INFANTIL

Está sobre las ramas frágiles de un árbol
bajo el cielo azul el fuerte
silbido del viento rodeándome.

Soledad, una soledad salvaje
se revela, con temor escalo en lo alto
de incertidumbres temblorosas,

parte ansiedad, parte retando a mi ser
parte para ver qué
vasto es el mundo, parte

para encontrarme a mí mismo, mi secreto
sentido y mi oculto lugar,
a donde retornan desde lejos
todas la voces y escenarios

-el ladrido de un perro, incendios de otoño
llaman cerca, llaman lejos- el niño que fui
me grita
aquí está el hombre que ahora soy “¡Mira!

Yo he estado donde a ti
te da más miedo estar”.


Espiritu cautivo. Catedral Gótica Barcelona

















            


UN LENGUAJE PEQUEÑITO

Conozco el lenguaje pequeñito de mi gato, aunque Dante dice
que los animales no requieren del habla y la naturaleza
abjura lo superfluo. Mi gato habla fluido,
y cuando quiere, conversa conmigo. Hablar

es natural. Yo he escuchado el canto coral
de lobos y ballenas en el aire y en el mar.
Ellos conocen la armonía y tienen una elocuencia
que incita mi corazón y mi cerebro -tocan el alma. Aquí

la religión de Dante, que habría de hacer del hombre un ser único
ha condenado las emanaciones de nuestras vidas
sólo a construir hacia adentro nuestra energía vital.

Sólo en su comunicación animal el hombre es verdadero,
inmediato, y en su inmediatez
el hombre es todo animal.

Sus sentidos se aceleran ante la amplitud de una sinfonía,
antiguos circuitos de animal encantan y alertan,
llamados y elevaciones que devuelven la identidad.

Él escucha
voces claras en medio
            del concierto, el menor susurro
del trasfondo,
ensayando nervioso
una nota que lo pruebe. El mira el golpeteo
de un rojo significante en medio de la masa encendida
con rabia salvaje y captura el brillo
de una verde camisa
que lo opaca en un campo de hierba brillante
-y le habla-
y en el arco espectral de los colores
le habla al color.
El arcoíris articula para él
            una promesa que recuerda,
pero él imita
            con los ruidos que hace

este discurso en cada sensación
del mundo que le rodea.




[1] George Stubbs (1724-1806), pintor de animales de origen británico.

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